Y aunque conocerlo no reduce el dolor, si te ayuda a reconocerte nuevamente como un ser humano que necesita canalizar esas emociones y expresarlas de alguna forma. Sobre todo cuando sentís con una intensidad que pocos comprenden.
Es en esos momentos en los que trato (porque a veces no lo logro) de recordar que todos mis sentimientos por desubicados que parezcan, son válidos. Que son mías las facetas hermosas y las sombras de esos sentimientos y que, aunque fuera de mí las cosas sean de otra manera, esos sentimientos me pertenecen y van a quedarse conmigo aún y cuando todo lo que ahora me agobia, pase. O cambie.
Aunque lo que hoy sienta y me haya hecho escribir esto no vaya a moverse ni un ápice.
Y también es en estos momentos en los que recuerdo que estoy viva. Que aunque a veces sea un zombie sin rumbo, hay oleadas que te revuelcan para recordarte que estar vivo también es doler.
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