marzo 19, 2017

El tiempo de los angelitos

Cada mañana (al menos de lunes a viernes) tengo la oportunidad de caminar un par de calles hacia mi trabajo. Y el viernes pasado fue uno de esos anormales días en los que me tomé mi tiempo y tomé consciencia realmente de lo que pasaba a mi alrededor mientras caminaba.

Ese día "llovían" angelitos en mi camino. Y no, no estoy loca, jajaja.

Para quienes no los conocen, los angelitos son las semillas de una planta llamada "cuchampel" o "cuchamper" (mi abuela se inclina por usar el primer término y la Wikipedia por el segundo). Reciben su nombre porque al desprenderse de la planta, estas semillas con núcleo café y una especie de vellos blancos livianos y suaves, vuelan impulsados por la brisa.

Me es difícil describirlos, así que mejor se los muestro:


(((Tenía tiempo queriendo escribir este texto, pero no había podido atrapar ningún angelito. Esta tarde, el de la foto llegó hasta mi cuarto. Así como cuando uno busca algo desesperadamente y de repente se da cuenta que ya lo tenía o que estaba a su lado)))

Siendo niños, muchos perseguimos los angelitos voladores. Recuerdo las cosquillas en la palma de mi mano cuando atrapaba uno de ellos mientras jugaba o iba hacia la escuela, y la emoción de dejarlo ir para que volara alto y alguien más pudiese atraparlo.

Los angelitos además me recuerdan lo bonito de esta época del año, por la brisa suave, porque ya nos hemos adaptado al nuevo año y aún tenemos mucho por delante para cumplir los propósitos de año nuevo. Algo así fue la sensación que me dejaron el viernes, mientras migraban de su origen y eran ignorados por la gente que caminaba temprano hacia sus trabajos.

No han sido meses sencillos para quien les escribe. La espiral de cambios en mi vida se aceleró desde el segundo semestre de 2016, fue uno de esos períodos en los que hay una sacudida en nuestra vida que nos cambia en distintos ámbitos.

Sin embargo, el tiempo de los angelitos que fui capaz de apreciar por unos minutos esta semana me evocó muchos momentos buenos. Me recordó que tengo muchas cosas buenas en la vida y motivos por los que agradecer y estar más consciente de mí cada día.

Los angelitos también los asocio con abril, mi mes favorito (como todos mis amigos ya saben porque se los repito cada año, jajaja). Y este abril en especial va a ser distinto a otros.

En este abril, debo aprender a soltar algunas cosas, así como dejé ir a tantos angelitos en todos estos años, porque la belleza de los angelitos, al igual que varias cosas en la vida, radica en su libertad para volar.