octubre 22, 2013

Mini historias 3.0

Amalia observó el torrente que fluía en forma exagerada por momentos. Los intervalos entre uno y otro suspiro atorado y no disparado eran proporcionales a la cantidad de palabras que se encontraban en el punto que divide la discreción y el secreto, de la expresión sincera y la sonrisa de sus mejillas sonrojadas cada vez que se encontraba frente a él.

Quería saber muchas cosas y ocultaba otras tantas. Quería saber, por ejemplo, cómo es que la curvatura de aquellos labios se antojaba casi perfecta en cualquier momento del día a pesar de formar un ángulo recto u obtuso (aunque siempre la balanza se inclinaba por una sonrisa que la dejaba perturbada por el resto del día). Quería ser el objetivo.

Deseaba conocer sus pensamientos, sus ideas sobre la vida y sobre ella. Se lo imaginaba en alguna dimensión, recostado sobre su hombro en aquellos momentos donde le pasaba factura la vida... Y pensaba en la ingenuidad, la genialidad y el brillo de aquellos ojos cuando hablaban con pasión de las cosas más importantes y de las más triviales, mientras reía.

Ansiaba descifrar el eterno misterio del momento en que pasó de un vistazo a su sombra un día de sol, hasta fijar su mirada en su alma, un alma tan apacible que hasta resultaba poco creíble pero al mismo tiempo, tan sincera como la realidad que los rodeaba. Recordaba perfectamente como el juego de las oraciones y de los pequeños destellos momentáneos se juntaban en las situaciones más fantásticas que podría imaginar.

Llegado el momento, arribó, decidida a contarle la verdad a pesar de lo que eso significase. Pero de repente, la luz infinita que emanaba de esa boca se convirtió en una bocanada de oscuridad cegadora... No faltaron los mareos, los perdones, los qué, los cuándo y los por qué.

Y luego se le desdibujó la sonrisa. Ya no había que posar.

septiembre 28, 2013

La maña de la ocasión

Algo así como la "fiestitis" pero enfocada en esa manía de querer estar presente. Buscar un motivo, una causa para que se detone el hecho/celebración/ "motivo para...". Suele suceder.

Y sin embargo, no suelen venir a mi mente ocurrencias lo suficientemente creíbles como para justificar mis palabras, mi emoción repentina, una noticia inesperada. La maña de crear la ocasión opaca lo lineal del tiempo que pasa entre lo ideal y lo real.

¿No les ha sucedido eso de buscar una excusa? A mí creo que se me acabaron.

A veces, hay que decirlo, esto de crear momentos sale bien. Es como si todo el universo estuviese perfectamente alineado y el tiempo y el clima y las personas... y todo, estuviese en sintonía con lo que queremos lograr.

 Algo así... Esta foto ciertamente no la planeé del todo. Pero salió a fin de cuentas

Pero como es costumbre, como es vieja práctica, no perdemos aquello de encontrar, casi en cualquier término del diccionario (de entre tantos), casi en cualquier segundo (que no es igual al anterior), una oportunidad para una nueva experiencia, para un nuevo comienzo o para un recordatorio de lo importante que es algo o alguien para nosotros.

En los últimos días he iniciado mi rehabilitación. Contempla también usar mi maña de la ocasión para expresarme más seguido de aquellas cosas para las que la rutina no deja tiempo y esperar a que sea el tiempo, el que se haga un espacio en la agenda por voluntad propia y no por influencias externas. Y esperar a que todo fluya de forma natural.

A ver cómo me va :)

septiembre 17, 2013

Seis años

A Amalia no le bastaron los dedos de una sola mano para recordar el tiempo transcurrido. Tantas horas, minutos, ocasiones y momentos en los que el cristal de su vehículo permaneció igual que aquella mañana- casi mediodía- del 17 de septiembre. Cerrado, sin una oportunidad para escapar de la prisión que constituía su otrora espacio personal, lugar especial. El medio a través del cual, había llegado hasta este punto de la vida en el que se debatía el bien y el mal y perdía el bien con cada trago de agua salada de mar.

Amalia casi no respiraba. Aún hoy, le es difícil inhalar por completo y vaciar sus pulmones para expresar sus sentimientos (los verdaderos), para decirle al mundo lo mucho que le importa que el Jean Carl que conoció y sus duplicados se hayan ido. O se los hayan llevado.

Amalia no cree que hayan pasado ya seis años desde aquella madrugada gloriosa en la que un súbito momento de inspiración le mantuvo despierta toda una noche, mientras llorando, escribía esa última parte de la historia que debía salir de su desbordado corazón. Y que, cuando culminó, imprimió en papel normal hasta terminar y abrazarlo como si fuese su legado en estas cosas del sentir.

Sigue sin saber de protocolos, pero al menos hoy, sabe que los hay. Amalia cree que el duelo ha sido suficiente, que tiene en alguna parte del tiempo y el espacio, un lugar que debe ocupar y para el cual, debe estar lista.

Que para ello, como en una mudanza, debe vaciar todo lo malo y lo triste y lo destructivo. No se sirve el mejor vino tinto en un desechable, se repite, como parafraseando aquel texto de la Biblia.

Y que luego de vaciarlo, habrá espacio y luz. Y siendo creyente de las vibras y las auras y lo poderosa que es la mente para atraer sonrisas, la limpieza, el orden, la paz... son requisitos necesarios, ineludibles. Urgentes.

Seis años le bastan para tomar nuevamente las llaves y, en lugar de conmemorar otro aniversario de hacer lo mismo y esperar resultados distintos (véase Einstein), estar consciente de que el camino no es divertido sin los giros y las curvas y los derrumbes que habrá que esquivar como en los videojuegos. Y que es precisamente lo necesario para no morir lentamente, como lo ha hecho todos los días desde hace seis años.

julio 04, 2013

Cuando todos los "yo" se juntan

Suele suceder que en un momento de la vida, nos da por tomar alguna crisis existencial y recorrer con la memoria los pasos que hemos dado y las "personas" que hemos sido a lo largo del tiempo.

Suele ocurrir que llegado ese momento, vienen a nosotros no solo los recuerdos, sino también las sensaciones, las experiencias, las decisiones calculadas. Y algunas veces, las personas del pasado.

No es como que se necesite de una máquina del tiempo para traerlos. Parece que ellos vienen solos, como atraídos por un extraño llamado del universo que imita nuestra voz o nuestro deseo reprimido de verlos "unos segundos más".

Y cuando llegan, tenemos la opción que nuestro mundo se mantenga estable o se revolucione totalmente para regresar a un estado anterior. O para hacer como si ya no tienen la importancia de aquel entonces.

Puede que solo sea una persona, pero quizá fue la única, la más importante. La que definió lo que somos hoy, la que nos enseñó a las buenas o a las malas, las lecciones que nos permitieron trascender o retroceder en la búsqueda diaria de ser una mejor persona.

Es entonces cuando todos los "yo" se juntan: Lo que fuimos con cada uno de ellos, bueno o malo. Lo que en esencia seguimos siendo, pese a que hayan pasado cambios, tiempo, experiencias y por supuesto, otras personas.

¿Y qué hacer?

No hay que olvidar que esos seres del pasado lo son por traer en ellos la marca indeleble de lo que ya fue. Por haber sido y ya no "ser". Porque nos cuidaban, porque nos brindaban su apoyo, porque nos maltrataban. O incluso porque en algún momento, pensaron que nos amaban.

La terminación de un verbo en "-aba" es del tiempo PASADO. Estar consciente de que un tiempo/hecho/circunstancia ya pasó, nos hace la vida más sencilla. Hay que superarlo... 

Y creo que es así como se vive en paz con todos los "yo". Aceptando lo que fuimos, reconociendo lo que somos y luchando por lo que queremos ser. Cuestión de empeño y voluntad. Yo estoy en esa lucha cada día :)

junio 26, 2013

Silencios

El gran amigo de Amalia siempre fue el silencio. Ni siquiera Dominique, quien tanto la escuchaba, reprendía, aconsejaba, era capaz de hacer lo que el silencio producía en ella.

Reflexionaba sin que le interrumpieran acerca de aquello que le incomodaba y repetía una y mil veces sus razonamientos hasta convencerse que las cosas eran así, como ella lo había pensado. El silencio, mientras tanto, seguía siendo silencio.

La mejor cualidad de ese amigo era su capacidad de convertirse en ruido eventualmente, cuando todo en el pequeño universo de Amalia se derrumbara leve o completamente. Pero no era un ruido incómodo, mas bien armónicamente acomodado para que el resto de sonidos y lamentos pasaran de largo para el resto del mundo.

Y sin embargo, con el silencio no había a quien inculpar. Era una lucha consigo misma donde se ganaba o se perdía a sí misma, por lo que al final siempre terminaba triste, ya sea por no ganar o porque su oponente era siempre la nada, la única que siempre podía guardar ese silencio absoluto del que tanto gustaba.

Y fue así como Amalia se habituó al silencio. Lo hizo tan suyo, que luego se hicieron uno. Y una vez así, el silencio fue su voz, eternamente.

abril 23, 2013

Día del Libro

De entre todos los libros que en algún momento han pasado por mis manos, el recuerdo más difuso que tengo de alguno, es el de "Corazón", de Edmundo de Amicis. Ni siquiera recuerdo la edad que tenía cuando por alguna razón lo tuve conmigo y lo leí, ni el porqué.

Sin embargo, esta mañana cuando escuchaba en una radioemisora que hoy era el Día del Libro, fue el primer título que vino a mi mente, en especial, por el cuento "Marco, de los Apeninos a Los Andes", que dicho texto incluye entre sus páginas.

Recuerdo claramente, que me sentía tan cansada como Marco durante toda su travesía. Lloré por sus desgracias y sus desesperanzas tras descartar que su madre se encontrara en el lugar que antes le habían mencionado. Lamenté su enfermedad momentánea, agradecí los cuidados que le dieron y me emocioné con el final de su historia (si nunca lo han leído, se los recomiendo).



En fin, me transporté a todos esos lugares. Y en un libro, creí conocer Argentina.

Marco no es el único personaje que me ha hecho viajar. Marianela y sus relatos de los parajes para su joven y ciego amo, Pablo; el Tío Tom y los maltratos a los que fue sometido en aquella terrible época para su raza en Estados Unidos. Los círculos de Dante, las selvas vírgenes y el Amazonas, el eterno Macondo y los escenarios de la Revolución Cubana... He llegado en estos últimos días, a conocer regiones de Suecia, tan diversas, como los libros que por interés, compromiso académico o regalo han llegado a mí.

Creo que cerrar los ojos y dejarte llevar por esa inexplicable sensación al leer un buen texto, es uno de esos placeres que todos deberíamos sentir alguna vez. Por  eso, tenga siempre un libro a la mano. La sequía de este tipo, es uno de los peores errores que uno puede cometer en la vida (experiencia propia).

Y disfrútelo. No creo tener un gusto exquisito para escoger mis lecturas, pero puedo decir, con orgullo, que todos los libros que he leído, me han aportado algo. Y ese es suficiente justificante para invertir en la historia recopilada y la imaginación que contienen sus páginas.

PD: He decidido buscar "Corazón" y leerla de nuevo. Quiero recordar que lo hace un libro tan especial para mí. Saludos :)

abril 04, 2013

Mini historias (0.5)

Entre el bullicio y el silencio, la respuesta era tan obvia como tímida para salir a la luz. Amalia preparó sus oídos, juntó todas las fuerzas que pudo encontrar dispersas entre sus pensamientos, y se dispuso a partir al combate.

Junto a su diario, iba aquella carta final que dirigió días antes de lo ya conocido. Donde presagiaba su destino, entregaba sus bienes espirituales y otorgaba la llave de sus pensamientos más íntimos, que solo fueron públicos hasta unos años después de la muerte.

"Todos escribimos nuestra historia" repetía una y otra vez, hasta que se volvió casi un himno, casi aquellas palabras de auto ayuda que la sostenían frente al panorama que aguardaba. Caminaba lenta y y parcamente, pero segura del objetivo que se había fijado. Repasaba mentalmente su discurso y lo intercalaba con un suspiro o un trago grueso de saliva. Se le antojó un latté y un cuaderno, pues siempre se le había dado mejor aquello de escribir.

Era el lugar y el momento. El destino había llegado a su punto medular. Segura de sus pensamientos y convencida en sus adentros que aquello era realmente el reto que tanto había aguardado, levantó la mirada, y queriendo mostrarse valiente, la mantuvo en alto el resto del tiempo.

Los ojos que reflejaban su actitud eran inexpresivos, cansados de tanto drama. Ambos sabían de memoria las palabras a externar.

Fue en ese momento, cuando las miradas se unieron en el mismo ángulo de visión, cuando ambos corazones palpitaban sigilosos y se tenían tan cerca los labios, que se armaría un tropel de besos, que Amalia le vio las pupilas. Se le antojó hermoso y problemático, flemático y enamoradizo, estúpido, pero adorable.

Entonces, entendió que solo había una palabra para decirlo todo. Bajó los brazos, tomó sus manos y dijo adiós. El resto es conocido: Los funerales duraron días y años, y por siempre se recordó aquel amor que se concretó por el breve espacio entre su mano y el diario personal con una última página sin llenar. Era la de su verdadera historia.

marzo 18, 2013

18 de marzo

Antes de la despedida, fue la media hora más llena de arrumacos improvisados en el diminuto espacio de dos escalones. El abordaje de tres cristianos acurrucados en la pequeña unidad de transporte colectivo hacia más difícil la tarea de acercarse y besarla. Difícil, pero no imposible.

- Alcaldía, Alcaldía, ¿nadie se queda?... Y si yo tuviera otro trabajo, ¿me aceptara?
- No sé, usted... es que ay, ser microbusero.
-Y qué tiene de malo (inclina la rodilla en el pie de uno de los que van acurrucados. El susodicho solo emite un "tené cuidado, maje")

Las manos rodearon la cintura cubierta por una blusa amarilla. La mujer, emocionada, lo acercó a su pecho.

- Ex Cuartel, Ex Cuartel. Ex Cuartel bajan hijo.
- No sé, pero debería buscar otra cosa. No me gusta verlo aquí.
- But you know, mami...
- I don't know (La besa). Vaya el que baja en el Ex Cuartel...

El calor de la tarde noche, arreciaba en el camino al sur de la capital. Un beso, dos, y varios "I miss you" después, el sujeto logró su acometido. Un breve "sí" selló su trabajo de "terapear" a la bicha-

- Esoooo perro- alcanzó a gritar el motorista.
- Pero mire, yo no quiero que ande coqueteando con otras bichas que se suban al micro...
- Cómo va a creer, mi amor, si yo solo a usted la quiero y por usted trabajo acá. Se quedan "In the gas", perro.

- Vaya pues, ya me voy a bajar. Mañana lo veo.
- Vaya pues amor, se me cuida (la besa) See you tomorrow, love you.
- Love you, too...

Una parada después, se escuchó un "rico eso" dirigido a alguien que iba pasando. La expresión, salía del recién advertido. Una mujer, sentada y viendo la escena, dijo que los hombres no cambian.

Pero así es el amor, le dijo una más. Y así nos entuturutan estos babosos, concluyó