octubre 01, 2012

Niños

Lo que nos falta, lo que evadimos. Lo que nos quitan a los 18, legalmente hablando: Ser niños.

Ser niño es preguntar inquisitivamente y descubrir en cada rincón, la más grandiosa aventura.
Es cubrir todos los flancos de la imaginación, experimentando cada idea que se cruce por la mente inquieta y el corazón valiente.
Es decir lo que se piensa y se siente sin reparos. Y fijarse una meta, un objetivo, insistiendo e insistiendo para conseguirlo.
Es correr grandes distancias y terminar las más complicadas tareas a la fuerza o a las buenas, con tal de poder sentarte a ver tu programa de televisión o hacer lo que te apasiona, te hace gritar o reír... O te hace simplemente, recordar que estás vivo.

Y que mientras eso sea un hecho, hay que disfrutarlo hasta el último minuto del permiso de tus papás...

Lastimosamente, muchos de los niños son víctimas de violencia (hoy asesinaron a uno, apenas cinco años después de llegar a este mundo. Y mientras se escribía esta entrada, una niña de 13 años se suicidó...) y objetos, ganchos publicitarios. Sector del mercado, víctimas de las generaciones pasadas, que no han sabido afrontar el fin de un período violento, y siguen replicándolo cada que pueden. Una catarsis cíclica: Hoy yo te pego, total que a otro le vas a hacer lo mismo para desahogarte luego.

Y así, la herida va rasgando generaciones, marcando su brecha simbólica en bolsones transparentes (por aquello de las armas entre escolares), cateos frecuentes y escenas, que ante los ojos de la inocencia, se vuelven tan comunes como propias. De los apodos se pasó al pago de un "peaje" en las escuelas durante el recreo, por el ahora rentable negocio de "respetarte la integridad o la vida".

Están los que nunca aparecieron. Quiénes sobreviven en el recuerdo de sus familias y en el de unas pocas personas... Y en las fotos reivindicativas de las que se puede prender cualquiera con interés particular (especialmente político) para prometer su regreso. Ese, que se sigue esperando por aquellos a quienes recordar a sus niños les sigue oprimiendo el corazón, tal cual el primer día de su separación.

La realidad de los niños es tan compleja y complicada, como niños hay en el mundo. Y pese a todo, muchos siguen regalando esa sensación única de la calidez de una sonrisa sincera, de unas manos que construirán el futuro de la mejor forma si se les enseña que los sueños deben ser el ideal por el cual luchar. Y si se les prodiga del respeto y la importancia del que muchos les privan, al no escucharlos o dejarlos relegados "porque son niños y no entienden".

Vivamos con esa alegría, pensemos con esa chispa ingeniosa y actuemos con esa curiosidad e intrepidez que solo los niños tienen. Seguro que todo irá mejor así

Ser niño es escribir todo de "chorrera". Así como este texto