febrero 08, 2024

Galaxia

 Amalia colocó el título pensando en aquel quinteto de estrellas que, de acuerdo con sus dudosos recuerdos, se desplazaban hacia el sur, mostrándole titilantes el camino a seguir.

Pensó en las otras dos constelaciones (una a cada lado) en las que se perdió tratando de encontrar un sentido a la organización de los cuerpos celestes que la componían. Recordó que ya con anterioridad, había leído sobre los asteroides y su peculiar sentido para quienes los habitaran. 

Era curioso: Jamás había sido una persona particularmente interesada en la astronomía. Si gustaba de ver estrellas era por el hecho de esperar aquellas fugaces para empujar los deseos que albergaba con toda la fuerza de su ser.

Pensó de nuevo en el conjunto de estrellas. En cómo aparecieron de la nada y sin embargo, se hacían tan familiares para volver a casa. Tomando un sorbo de café, se dispuso a dibujarlas para no olvidarlas.

Pero cuando volvió la vista al cielo, no logró encontrarlas. Parecían haberse desplazado para guiar a otro viajero.

Se dijo entonces a sí misma que debía dejar de tomar café por las noches y guardó la libreta una vez más. La esperaban en la puerta.

enero 28, 2024

¿Por qué escribir?

De vez en cuando, existe solo la necesidad de escribir. Sobre todo, cuando los pensamientos te desbordan.

Creo que escribir me ayuda a (nuevamente) enfocarme. He aprendido, en mi vida laboral y personal, que escribir tiene muchas derivaciones. Y bastantes secretos que desconocía cuando abrí este blog.

Creo que es un ejercicio de sinceridad frente a la hoja en blanco. ¿Qué estoy tratando de decir? ¿Por qué debería decirlo así y no de otra manera? ¿Es mejor ser directa o esconder mis verdaderas intenciones en medio de palabras que no suelo utilizar a diario?

Escribir te desintoxica. Y hoy más que nunca, es necesario disipar el humo para descubrir la verdad, esa que es evidente para todos, menos para uno mismo (porque se está tapando los ojos).

Quiero seguir escribiendo libremente. Así tendré la oportunidad, si lo deseo, de acceder a nuevos mundos, de crear mis escenarios y reescribir lo que ha sucedido.

Quiero seguir teniendo motivos para escribir. Ahora mismo, tengo varios. No todos ellos son buenos, pero al final cumplen con su propósito: Ayudarme a escribir.

Y al final del día, también quiero escucharme y leerme. Y saber qué es lo que aún tengo para decir(me).

enero 26, 2024

Sobrepensando

En los últimos meses, he pensado sobre por qué pienso como pienso.

No sé si es la temporada del año
La costumbre
El aburrimiento
El cansancio físico y mental
La tal madurez
La sinceridad abrupta conmigo misma

Pero pienso y sobrepienso.

Y en suma, repaso mis acciones en cada uno de los escenarios posibles.
Y me aturdo
Me estreso
Me quedo callada
Me miro al espejo, consciente de lo que callo
Pero mi cara 
Mis pómulos
Mis ojos
Mi sonrisa
Me delata.

Delata que sobrepienso.

Pasa que me da vergüenza (a veces) decir lo que realmente pienso.
Y siento
Hace falta una invitación
Una especie de tiempo muerto
Que todo se detenga y que no te des cuenta que mientras sobrepienso, es porque te pienso.

Y me sonrojo
Y me detengo
Y luego te veo 
Y entonces lo entiendo.

Que en la distancia es cuando más escenarios me invento
Y que es por eso
Que aunque trate de alejarme
Con mis pensamientos
El final de esta irrealidad me invento.

Y luego recuerdo, caigo en cuenta, que tan solo estaba escribiendo.

octubre 07, 2022

Un año

Es increíble llegar a este momento. No siento que el tiempo haya pasado rápido.

Tuve muchas expectativas respecto a este día y en la antesala, debo decir, se siente casi normal. Creo que lo vivido en octubre 2021 me hizo aprender, a fuerza de experiencia, que se puede estar triste, aliviado, feliz y agradecido al mismo tiempo. Que nunca sabés lo que te va a traer el mañana, aunque lo sospechés, y que de ahí el valor de vivir intensamente en el presente.

Tu partida, papá, no ha pasado inadvertida. He cambiado en muchos sentidos a raíz de tu muerte inesperada y sorpresiva, y he tenido que pasar por diferentes momentos de este duelo para encontrarme adonde estoy ahora.

Quiero decirte que sigo viviendo a pesar del miedo, de la ansiedad y de esa tristeza tan horrenda que no conocía hasta hace un año. Que he trabajado en tratar de entender por qué pasan las cosas, y aunque a veces creo que no lo voy a lograr, lo sigo intentando a mi ritmo. El único ritmo posible.

Me he apoyado de las herramientas que me dejaste (y otras que he aprendido sobre la marcha): La meditación, la respiración honda, la espiritualidad, la oración a una fuerza superior que da sentido a las cosas, mi carácter necio, la terapia, el llanto (el discreto y el bullicioso), el silencio, la introspección, la introversión. He aprendido a soltar, pero a veces también me aferro, por miedo a que me lleve esa correntada de la que me enseñaste y que aparece cada cierto tiempo.

Sigo aprendiendo a darle valor a las experiencias y a no dejar que las cosas que no son importantes me quiten tiempo de vida. 

Te he recordado en estos últimos días como lo que fuiste: Un ser tremendamente espiritual, un cuidador nato, un ejemplo del servicio como expresión del amor, un papá multifacético (aunque la mayoría piense que solo tenías la "cara de serio"). 

Los días como hoy son buenos para recordarte. Hay otros en los que ha sido pesado, casi imposible. 

Sin embargo, estoy aquí, escribiendo porque me sirve, funciona. Es catártico, se siente bien.

Te extraño.

Fátima.

agosto 09, 2022

Volver

¿Se puede volver? ¿se debe volver?

Con temor, decidí reabrir este blog. Con temor a que todo lo compartido aquí hubiese desaparecido sin más, y con ello, una parte importante... no siempre “linda”, pero importante de mis vivencias.

Muchas cosas han cambiado desde mi última entrada publicada: 
A mi abuelo en el cielo ahora le acompañan mi abuela y mi papá. 
Me casé con un hombre maravilloso luego de
nuestros caminos lograron cruzarse por segunda vez. 
Por primera vez en mi vida, tengo una fractura (y no por ser extrema).
Terminé al fin mi maestría.

Pero hay cosas que no cambian:

Como sentirse perdido cada cierto tiempo.
Como saber que dentro hay mucho por decir aún, desde esta trinchera.
Como la necesidad de sacar de sí los pensamientos, los planes, las encrucijadas y el amor por escribir que me trajo por estos lares. 

No seré la misma, ciertamente. No sé si sea lo mejor volver.

Pero volví.




febrero 27, 2019

Papá Alfredo (porque nunca te gustó abuelo)

La noche más larga de mi vida inició hace tres semanas, pues como bien dicen, la vida es de bienvenidas y despedidas. Quizá sea una frase cliché que hasta la madrugada de esa noche logré entender mejor.
Esa madrugada, cuando abrí mis ojos en medio de la confusión, no sabía que ya te habías ido. Ese día me despedí en silencio de la persona que me consideraba como la mejor periodista del mundo, del músico que muchos admiraban y que pude disfrutar en mis 15 años y en las tardes de fines de semana, cuando te sentabas en tu cuarto con tu violonchelo a dar conciertos gratuitos a los peatones (sin dejar por supuesto de saludarles a los gritos con una sonrisa).
Buena parte de quien soy te la debo. Hace poco le dije a alguien que si algo bueno heredé de vos, es la persistencia (que a veces se me vuelve necedad), pero que me ha permitido no rendirme ante los problemas. Heredé tu amor por la música, pese a que nunca superé la primera de tus clases de solfa para tocar el violonchelo.
Pero al mismo tiempo, siento que di la bienvenida a tus mejores recuerdos. A tus consejos de no reír demasiado con "los cheros" no llamar la atención, a las veces en que quemamos estrellas o nos sentamos a ver a la gente pasar afuera de la casa. A tus canciones espontáneas para mamá Esperanza y tus chistes. Le di la bienvenida a una nueva etapa de la vida en la que te extraño, pero te imagino en un lugar mejor, sin dolores de plumas ni medicinas ni bastones, ni restricciones para tu café con pan de las 10 pm, ni para salir sin la preocupación de que la casa quede sola.

Mi abuelo, en el 90 aniversario de la Orquesta Sinfónica de El Salvador, de la que formó parte por varios años hasta jubilarse. Ese día recibió un reconocimiento, se tomó cientos de fotos y recordó viejos tiempos con muchos de sus ex compañeros.


Esta casa tiene y tendrá siempre tu corazón. Y aunque ya no estés físicamente, sé que vas a leer esto, como cuando leías y mostraba a otros, orgulloso, mis primeras notas en el periódico. Sé que vas a sonreír porque se habla de ti, porque sos uno de esos seres que dejan estela, como los compositores clásicos que tanto amabas. Y también sé que siempre, cuando te recuerde, recordaré que me dejaste un hermoso regalo. Vos y yo sabemos cuál es. 

abril 08, 2018

Mini historias 5.0

Amalia estaba fascinada por el atardecer que caía lentamente sobre las montañas que rodeaban su casa. No era cualquier día, era el día. El reloj marcaba casi las 6 de la tarde.

Aunque amaba muchas cosas, no era muy efusiva para demostrarlo ni hacerlo público. Pocos sabían por ejemplo, de su fascinación por el sonido del piano, de la emoción que le causaba escuchar una canción de Jorge Drexler, o del aumento de sus latidos cada vez que aterrizaba de un vuelo en territorio desconocido, nerviosa pero feliz.

Habían fascinaciones cliché, como su gusto por un cielo lleno de nubes blancas, las ondas que se formaban en el agua con la caída leve de una hoja, saltar hacia su cama luego de un largo día o ver una buena película.

Mientras terminaba de entrar a su apartamento, pensaba en que hoy era el día de decirle algunas de sus nuevas fascinaciones al chico que la esperaba bajo el umbral, como recordar la sonrisa que se dibujaba en su rostro cada vez que sus miradas se encontraba, o la calidez de sus manos cada vez que tomaba las de Amalia para besarlas con los ojos cerrados.

Quería decirle que amaba escuchar sus historias extrañas y sumergirse en ese mundo desconocido de sus recuerdos, y que el día en que le dijo que se había enamorado de ella sin conocerla bien, supo que había llegado su momento de triunfar. Y también se le salieron un par de lágrimas (de felicidad).

Buscaba la manera de expresarse, pero se enredó en las palabras que hasta hoy conocía, y concluyó que iba a pasar toda la vida buscando la manera exacta de decirle lo que sentía. Y que mientras encontraba la forma, probablemente seguiría descubriendo más insumos que sustentaran el sentimiento que florecía, pero que volverían inútil todo intento de expresar con palabras un universo de emociones.

Y entonces, Amalia se preguntó si sería todo una estupidez:


PD: Amalia también asumió que no debía ser perfecta y dejó de buscar más palabras para pasar más tiempo con él.