abril 23, 2013

Día del Libro

De entre todos los libros que en algún momento han pasado por mis manos, el recuerdo más difuso que tengo de alguno, es el de "Corazón", de Edmundo de Amicis. Ni siquiera recuerdo la edad que tenía cuando por alguna razón lo tuve conmigo y lo leí, ni el porqué.

Sin embargo, esta mañana cuando escuchaba en una radioemisora que hoy era el Día del Libro, fue el primer título que vino a mi mente, en especial, por el cuento "Marco, de los Apeninos a Los Andes", que dicho texto incluye entre sus páginas.

Recuerdo claramente, que me sentía tan cansada como Marco durante toda su travesía. Lloré por sus desgracias y sus desesperanzas tras descartar que su madre se encontrara en el lugar que antes le habían mencionado. Lamenté su enfermedad momentánea, agradecí los cuidados que le dieron y me emocioné con el final de su historia (si nunca lo han leído, se los recomiendo).



En fin, me transporté a todos esos lugares. Y en un libro, creí conocer Argentina.

Marco no es el único personaje que me ha hecho viajar. Marianela y sus relatos de los parajes para su joven y ciego amo, Pablo; el Tío Tom y los maltratos a los que fue sometido en aquella terrible época para su raza en Estados Unidos. Los círculos de Dante, las selvas vírgenes y el Amazonas, el eterno Macondo y los escenarios de la Revolución Cubana... He llegado en estos últimos días, a conocer regiones de Suecia, tan diversas, como los libros que por interés, compromiso académico o regalo han llegado a mí.

Creo que cerrar los ojos y dejarte llevar por esa inexplicable sensación al leer un buen texto, es uno de esos placeres que todos deberíamos sentir alguna vez. Por  eso, tenga siempre un libro a la mano. La sequía de este tipo, es uno de los peores errores que uno puede cometer en la vida (experiencia propia).

Y disfrútelo. No creo tener un gusto exquisito para escoger mis lecturas, pero puedo decir, con orgullo, que todos los libros que he leído, me han aportado algo. Y ese es suficiente justificante para invertir en la historia recopilada y la imaginación que contienen sus páginas.

PD: He decidido buscar "Corazón" y leerla de nuevo. Quiero recordar que lo hace un libro tan especial para mí. Saludos :)

abril 04, 2013

Mini historias (0.5)

Entre el bullicio y el silencio, la respuesta era tan obvia como tímida para salir a la luz. Amalia preparó sus oídos, juntó todas las fuerzas que pudo encontrar dispersas entre sus pensamientos, y se dispuso a partir al combate.

Junto a su diario, iba aquella carta final que dirigió días antes de lo ya conocido. Donde presagiaba su destino, entregaba sus bienes espirituales y otorgaba la llave de sus pensamientos más íntimos, que solo fueron públicos hasta unos años después de la muerte.

"Todos escribimos nuestra historia" repetía una y otra vez, hasta que se volvió casi un himno, casi aquellas palabras de auto ayuda que la sostenían frente al panorama que aguardaba. Caminaba lenta y y parcamente, pero segura del objetivo que se había fijado. Repasaba mentalmente su discurso y lo intercalaba con un suspiro o un trago grueso de saliva. Se le antojó un latté y un cuaderno, pues siempre se le había dado mejor aquello de escribir.

Era el lugar y el momento. El destino había llegado a su punto medular. Segura de sus pensamientos y convencida en sus adentros que aquello era realmente el reto que tanto había aguardado, levantó la mirada, y queriendo mostrarse valiente, la mantuvo en alto el resto del tiempo.

Los ojos que reflejaban su actitud eran inexpresivos, cansados de tanto drama. Ambos sabían de memoria las palabras a externar.

Fue en ese momento, cuando las miradas se unieron en el mismo ángulo de visión, cuando ambos corazones palpitaban sigilosos y se tenían tan cerca los labios, que se armaría un tropel de besos, que Amalia le vio las pupilas. Se le antojó hermoso y problemático, flemático y enamoradizo, estúpido, pero adorable.

Entonces, entendió que solo había una palabra para decirlo todo. Bajó los brazos, tomó sus manos y dijo adiós. El resto es conocido: Los funerales duraron días y años, y por siempre se recordó aquel amor que se concretó por el breve espacio entre su mano y el diario personal con una última página sin llenar. Era la de su verdadera historia.