Pensé en miles de palabras antes del 3 de septiembre a las 10:18 pm. Pero la historia se burló de mi memoria y se han borrado todas las dulces líneas que tenía guardadas para vos. Mi amiga, mi confidente, uno de los motivos por los que despertar en este mundo, a veces tan cruel, a veces tan dulce, era válido.
Yo siempre asumí que te gustaba "chuchis" en vez de Chasca. Creí que en algún momento, dimensionarías mis múltiples gestos, palabras, sonidos, y aún la respiración cercana a tu cabeza cuando me acercaba para darte un beso, pese a las advertencias del auditorio que se congregaba en la que se convirtió en tu casa. Ajá, bajo la mesa del comedor.
Hace un año o poco más, despedía a tu hermano. Y le prometía cuidarte, hasta que decidieras partir... Aunque no tuve el tiempo que hubiese querido, me siento satisfecha de no ser la única en la familia que te adoraba en demasía; mis hermanos, mis abuelos, mi madre, mi padre y yo, intentamos atenderte lo mejor que pudimos. Si fallamos en el intento, te pido, me perdonés.
Ahora, junto al cadáver vacío de esa mascota que me brindó su cariño por catorce años consecutivos, no queda más que darte gracias por cuidarnos y dejarte cuidar. Porque me esperaste hasta el último segundo, a pocos minutos de tu muerte, para verte y expresarte en una mirada, el honor de haberte conocido y poder compartir mi corazón con alguien que jamás lo lastimó. Que incluso, quiso escucharme agobiada y supo estrecharme una pata para obtener una sonrisa o una caricia a cambio.
Catorce años se dicen fácil, pero hoy que te busco y no estás más en este plano físico, se resiente la lejanía entre tu cielo y mi estancia en este mundo. Es por eso que escribo lo que siento, con la esperanza que en ese maravilloso lugar donde ya sos libre, podás escucharlo. Y saqués de nuevo, tu lengua como símil de sonrisa.
Tu amor, casi humano, ahora se intercambia con un dolor más cruel que los hasta ahora conocidos. Espero que haya en el cielo una readmisión de mascotas, para elegirte de nuevo. Ahí llevaré conmigo tu pelota, tu carne, tu peine y tu súper toalla de muñequitos.
Mientras tanto, un alivio es innegable: Saber que, además de quiénes te cuidan en esta dimensión, existe alguien que escucha un llamado en el entramado de mis sueños y en el ir y venir de mis pensamientos. Y que su muerte será solo el inicio de una vida más fuerte que se mantiene con el oxígeno de mis pulmones y crecerá con la fortaleza de los mejores recuerdos y sentimientos acumulados.
¡A correr y descansar, Chasquita! La misión de hacerme madurar y aprender a amar a un ser de Dios con toda la potencia del corazón ha sido completada.
Con amor
Fátima