julio 30, 2012

Por el dia del periodista

A mí la vocación de periodista me vino relativamente tarde en la juventud, un poco antes de salir de bachillerato, para ser sincera. Y es que descubrí que, además de querer cambiar la manera en que se hacen las cosas, sacar a la luz lo que la gente no sabe, me gusta escuchar a las personas.

Hay dos coberturas que en especial, han puesto de relieve este aspecto. Una, en mi época de estudiante en el Bajo Lempa, cuando ya la gente denunciaba el incremento de las enfermedades renales que hasta hace poco han salido a la luz.

Recuerdo que todas esas personas nos recibieron bien, con la esperanza de que pudiésemos de alguna forma, ayudarles. Lastimosamente, el impacto de una publicación estudiantil no tiene la incidencia que uno quisiera. Y ellos siguieron ahi, haciéndole frente a la adversidad.

Precisamente hace unos días, tuve otra de esas oportunidades. Escribí casi regresando de una de esas coberturas que en lo personal me encantan, porque suelen salir de la cotidianidad de San Salvador.
Conocí el proyecto de Campesinos para el Progreso: Una asociación que trabaja con productores de maíz para mejorar la calidad de sus cultivos, aparte de generarles a las personas, una oportunidad económica que les permite mantenerse y no recurrir a otros medios para ganarse la vida.

Ahí conocí a Simón. Sencillo, tranquilo y sincero. Al principio tímido, pero luego muy conversador.
Simón me contó una parte de su vida, la parte en la que emigró, buscando sus sueños a muchos kilómetros de su lugar de origen. Los encontró y convivió con ellos por 8 años, hasta que un error lo hizo autoculparse de un delito que no había cometido, con tal de aspirar a ser devuelto a su patria.
Cualquiera se impresiona al escuchar su historia, en mi opinión.

Simón es una de esas vocecillas que deberían escuchar más personas, un buen ejemplo de cómo las cosas pueden ser distintas, con un poco de sentido común y madurez, dos cosas que nos hacen falta en los problemas más triviales de nuestra vida diaria.

Siempre he dicho que el idealismo es refrescante, y las palabras de este hombre me reiteran, hoy más que nunca, que aunque existen muchos contratiempos y sacrificios para esta carrera de periodista, escuchar a las personas es una de sus recompensas. Que te brinden su confianza y su amistad sincera, y sean transparentes, sin necesidad de un sitio web que lo aparente (OkNot).

Que sean pequeños oasis en la pauta diaria y te ayuden en el crecimiento personal, motivándote a seguir trabajando para ese tipo de personas. Ese es el aprendizaje por el que agradezco ser periodista y es el mejor regalo del que puedo dar cuenta, a poco tiempo de haberme embarcado en la aventura.

julio 22, 2012

Historia (1)

Desde hace tiempo me prometí escribir algo, por lo que escuché en una de esas oportunidades que no se te dan todos los días. Lo que dan por llamar conferencia magistral, del periodista argentino Andrés Oppenheimer.

No soy precisamente una de sus asiduas seguidoras, debo confesarlo. Pero esa noche, cuando hablaba de educación y desarrollo, coincidía con varios de sus planteamientos... y como no en todo se puede estar de acuerdo, de repente dijo algo que me dejó pensando.

Se refirió a la obsesión por la historia que se tiene en los países latinoamericanos. Y que, por estar pensando en el pasado, no nos enfocamos en trabajar por el futuro.

Perpleja y pensativa. Siempre he sido y seré fiel defensora de que si un pueblo no conoce su historia, es muy difícil que puedan seguir el camino que sus antecesores les han abierto, a fuerza de peleas inncesarias o implosiones ya esperadas. A base de sacrificio, empeño, necedad o valentía del "loco" que en ese entonces, hizo diferentes las cosas.

Lo que es peor, si las personas no son conscientes del cómo han llegado hasta donde están, la posibilidad de caer de nuevo en los errores ya cometidos es inminente. Y las segundas caídas, con una herida que no cierra, son más dolorosas. Algo así como echarse chile en la herida.

No puedo negar que hayan personas obsesionadas con los "fue", los "hubo", los "viví", y se olvidan de que están aquí en este momento, con muchas cosas por delante. Pero tampoco considero que haya que dejar de lado la historia, especialmente en un país como el nuestro.

A propósito de ello, la revista Séptimo Sentido publicó un reportaje que me pareció de lo más atinado para reflejar lo que pasa por las mentes de muchísimas personas aún:
http://www.laprensagrafica.com/revistas/septimo-sentido/274158-los-ultimos-rehenes-de-la-guerra.html

Un país cuyas bases están destruidas, no puede dejar atrás su historia, señor Oppenheimer. Ni siquiera puede comenzar a construir, porque le pasa lo que a una estructura sin bases ni soporte: Se derrumba. Y entiendo que el desarrollo responde al objetivo de ser y ayudar a la gente, ¿no?

Luego les comento más de mi interés personal por la historia. Saludos!