marzo 09, 2025

Privilegios suspendidos (y otros, recuperados)

1. Ducharme con libertad a la hora que lo desee y en caso de ser necesario, de forma rápida.
2. Caminar, en general.
3. Hacer planes para salir el finde.
4. No depender de nadie para comer, tomar agua, cargar el teléfono, movilizarme, bajarme de la cama, hacer el súper, recibir un delivery, hacer trámites de adulto, cargar mi mochila y/o cartera… en general, no ser independiente.
5. Vivir sin un dolor que me inmovilice.

Los privilegios que siempre he dado por sentados (y que de momento he perdido) son muchos muchos más, pero voy a quedarme con esos cinco que son, quizá, los más superficiales en este proceso.

Pero sería mentira decir que no he ganado nada en todo esto:

1. Ha sido un recordatorio abrupto para cultivar la paciencia y el auto cuidado.
2. Como me dijo alguien, es tiempo de retomar lecturas, canciones y escritos pendientes.
3. Es un espacio de descanso (obligado, pero descanso) y auto reflexión.
4. El recordatorio de haber elegido a las personas correctas para que permanezcan, acompañen y hagan más llevadero el proceso.
5. La certeza de que, detrás del dolor que acompaña al proceso, hay aprendizaje que aunque ahora mismo se ve difuso, se va tornando claro en proporción inversa a la hinchazón, los analgésicos, los doctores, la terapia y todo lo que conlleva haberse roto (literalmente).



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