septiembre 17, 2013

Seis años

A Amalia no le bastaron los dedos de una sola mano para recordar el tiempo transcurrido. Tantas horas, minutos, ocasiones y momentos en los que el cristal de su vehículo permaneció igual que aquella mañana- casi mediodía- del 17 de septiembre. Cerrado, sin una oportunidad para escapar de la prisión que constituía su otrora espacio personal, lugar especial. El medio a través del cual, había llegado hasta este punto de la vida en el que se debatía el bien y el mal y perdía el bien con cada trago de agua salada de mar.

Amalia casi no respiraba. Aún hoy, le es difícil inhalar por completo y vaciar sus pulmones para expresar sus sentimientos (los verdaderos), para decirle al mundo lo mucho que le importa que el Jean Carl que conoció y sus duplicados se hayan ido. O se los hayan llevado.

Amalia no cree que hayan pasado ya seis años desde aquella madrugada gloriosa en la que un súbito momento de inspiración le mantuvo despierta toda una noche, mientras llorando, escribía esa última parte de la historia que debía salir de su desbordado corazón. Y que, cuando culminó, imprimió en papel normal hasta terminar y abrazarlo como si fuese su legado en estas cosas del sentir.

Sigue sin saber de protocolos, pero al menos hoy, sabe que los hay. Amalia cree que el duelo ha sido suficiente, que tiene en alguna parte del tiempo y el espacio, un lugar que debe ocupar y para el cual, debe estar lista.

Que para ello, como en una mudanza, debe vaciar todo lo malo y lo triste y lo destructivo. No se sirve el mejor vino tinto en un desechable, se repite, como parafraseando aquel texto de la Biblia.

Y que luego de vaciarlo, habrá espacio y luz. Y siendo creyente de las vibras y las auras y lo poderosa que es la mente para atraer sonrisas, la limpieza, el orden, la paz... son requisitos necesarios, ineludibles. Urgentes.

Seis años le bastan para tomar nuevamente las llaves y, en lugar de conmemorar otro aniversario de hacer lo mismo y esperar resultados distintos (véase Einstein), estar consciente de que el camino no es divertido sin los giros y las curvas y los derrumbes que habrá que esquivar como en los videojuegos. Y que es precisamente lo necesario para no morir lentamente, como lo ha hecho todos los días desde hace seis años.

1 comentario:

  1. Congratulaciones es FANTASTICO me remontaste… a toda esas vivencias
    Amalia, Amalia, Amalia… siempre tu en esencia aun cuando pase el tiempo se pulen nuevas facciones de la mujer que atesoras…
    La clave de la felicidad: puedes hablar de amor y de ternura y de pasión, pero el verdadero éxtasis es descubrir que no has perdido las llaves después de todo…
    Dijo alguien respecto al sufrimiento, que la mujer está sufriendo en el centro más profundo de su ser. Ningún hombre sabe lo profundo que puede entrar en ti el dolor y destruir tu dignidad, tu orgullo, tu humanidad misma.
    El hombre es un misterio, la mujer es un misterio, todo lo que existe es un misterio, y todos nuestros esfuerzos para comprenderlo van a fracasar… ya que en la vida no se puede resolver, no se puede comprender.»
    Lo que si puedes es vivirla, puedes regocijarte en ella, puedes hacerte uno con el misterio, pero la idea de comprender como observador no es posible en absoluto.
    Yo misma no comprendo. El mayor misterio para mí soy yo misma.

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