1. Que suelo subestimar el poder de crearme un hábito que me permita vaciar todo lo que acumulo al final del día (o al inicio del mismo, por culpa de lo que sueño la noche previa).
2. Que aunque suelo releerme y pensar que ya lo he escrito todo, me estoy mintiendo: todavía tengo mucho, quizá demasiado para decir y para decirme por escrito (siempre fue más fácil escribir que hablar).
3. Que la gente a mi alrededor tiene una enorme influencia en lo que escribo y en cómo lo hago. He encontrado personas significativas que me hacen sentir acompañada en esta travesía de entenderme. Y el viaje está siendo, por demás, muy placentero.
4. Que (en todo) los matices son importantes y los extremos, demasiado limitantes. Hay muchas fases intermedias entre lo que hacemos y lo que queremos, así como hay paradas en los viajes de larga distancia para estirar las piernas, disfrutar de una pausa y seguir adelante.
5. Que a veces es necesario parar. Y a veces también es necesario revivir aquello que creíamos muerto dentro de nosotros, sobre todo si abona a tu crecimiento personal. Por ejemplo, este blog y esta oportunidad de colocar en palabras (a veces directas, a veces sutiles, a veces complicadas) las emociones cambiantes y los pensamientos dispersos que rondan por mi cabeza. Quizá exista alguien que quiera leerlas.
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