julio 28, 2024

28 de julio (sensorial)

Amalia siempre fue una persona sensorial. Necesitaba en muchos casos una comprobación de sus cinco sentidos para aceptar las verdades que el resto daba por válidas con solo recibirlas, sin procesar ni poner a prueba el método científico tan estudiado durante la formación escolar básica.

Lo anterior, por supuesto, planteaba retos importantes en términos de manejar la intensidad y la frecuencia de diversas emociones que se reportaban al mismo tiempo en su puerta, esperando un visto bueno para salir al mundo y gritar su aparición a todos los presentes.

Esta ocasión no era la excepción. Deseaba iniciar con una comprobación visual, recorriendo cada curva y cada mínima facción de aquel rostro que le intrigaba y veía de reojo de vez en cuando (cada vez, con menos disimulo).

Luego, pensó, cedería el paso a su olfato. Sería un reto, sin duda, por la mezcla de los olores que le despertaban recuerdos precisos y una atracción natural, al mejor estilo de otras especies menos evolucionadas.

Junto a ello, decía, tendría que entrar el oído en acción, aunque en realidad había estado activo todo el tiempo vía palabras, frases, poemas, canciones, libros, timbres de voz, tarareos, inflexiones… silencios.

El gusto y el tacto, entonces, irrumpirían en paralelo en los pómulos, la frente, los labios, el cuello, las manos… mientras el resto de sentidos se activaban en armonía, dejando una desconocida pero agradable sensación que la sonrojaba e iniciando el ciclo nuevamente hasta que amaneciera en la ciudad. De todos modos, esa noche no importaba dormir.

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