septiembre 16, 2024

Fogata

Ambos estamos en el lugar donde debemos estar: Vos, al lado de la fogata, intentando avivar el fuego para que nos haga compañía durante la velada y yo, viéndote muy de cerca, porque hace frío, ya oscureció y la luz tenue del fuego me obliga a estar a centímetros apenas para verte bien.

El sonido de las brasas y de los insectos que nos rodean acompaña este momento. Difícilmente tendremos otra noche así, tan para nosotros, y es por eso que decido acercarme aún más para culminar lo que ha sido un día sumamente especial: El día en el que por fin nos hemos alejado de todo para compartir silencios cómodos y una bolsa de dormir.

El clima es idóneo para este momento. Además del frío, nos acompaña una noche libre de nubes para apreciar las estrellas y la luna, esa que vimos tantas noches desde diferentes ubicaciones mientras, sin saberlo, compartíamos pensamientos, mensajes y secretos.

Algo me hace levantarme por un momento. Pero no logro concretarlo porque tu mano me detiene, como otras tantas veces en los últimos días. Te explico que no voy a irme lejos, porque ya estuvimos distanciados el tiempo suficiente para saber que esta noche no quiero estar en ninguna otra parte del planeta.

Por fortuna, el fuego ha decidido colaborar para que me des toda tu atención y, por fin, ambas manos. No quiero adelantarme al resultado, pero sé que conforme pase el tiempo y la fogata arrecie su potencial, tus manos serán menos tuyas y pasarán a fusionarse con mi cintura.

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