Muchas cosas pueden pasar en poco tiempo. Amalia lo sabía y por eso contaba cada segundo, tratando de registrar en su mente cada uno de los acontecimientos que la habían llevado hasta ese momento.
Se dio unos minutos para aclarar sus pensamientos. Recordó la técnica que había aprendido unos años atrás y tomó papel y lápiz, dispuesta a ordenar y enlistar todo aquello que la ofuscaba.
El sonido de las agujas del reloj la estresaba. Solía perder mucho tiempo ensimismada en sus reflexiones y sus ideas sobre diferentes temas, sin que ello significara tomar acción y aprovechar así cada uno de los segundos que seguían transcurriendo.
Sacó las baterías de aquel reloj en un intento fallido de detener el avance de aquellas agujas, pero en un acto reflejo, vio el reloj que llevaba en la muñeca de su mano.
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