El aislamiento siempre ha sido una buena terapia y un espacio suficiente para pensar en aquello que no logra digerirse por la rutina.
El tiempo a solas, sin embargo, también deja víctimas en el camino: La mayoría de ellas estaban destinadas a no llegar a destino.
Se aparecen palabras que tienen sentido solo en el momento en que las pienso. Si no las escribo, se diluyen en mis múltiples pensamientos y luego es imposible ubicarlas con el significado puntual que tienen.
Hoy por ejemplo he pensado en la palabra “independencia” y en sus distintas nociones. Ciertamente hay un sesgo en mí porque #septiembre, pero más allá de eso, la he asociado con las ideas que a nivel personal he tenido durante los últimos meses.
Creo, por ejemplo, que debo independizarme en algunos aspectos puntuales de mi vida. Pero encuentro difícil hacerlo aún a mis 34 años, cuando la gente da por resueltas muchas cosas (pero no es así).
Concibo la independencia como la seguridad de saber que a pesar de todo lo que se venga, seré capaz de manejarlo o de lidiar con ello de alguna forma. Y es necesaria porque se avecinan varias de esas cosas para las que no me siento lista (aún).
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