Un paso más y estaremos perdidos, le dijo Amalia a JC, mientras detenía el paso definitivo. Él no dudó en seguir caminando y ella lo siguió con más temores e incertidumbre que cualquier otra cosa.
El día estaba soleado, hacía buen clima para la caminata que habían decidido hacer. Sin embargo, ese no era un día cualquiera para ambos: Él tomaría una decisión y ella presentía que sería dolorosa. Necesaria, pero dolorosa.
Las señales habían estado ahí todo el tiempo: Su indiferencia selectiva, su filtro alterado de la realidad cuando estaban juntos, sus cambios repentinos de carácter cada vez más frecuentes…
Sin embargo, siempre era más fácil ignorar estas cosas y concentrarse en lo que querían ver: los rostros que se buscaban todo el tiempo, las pláticas y sonrisas cómplices, las miradas profundas y los suspiros intercambiados.
Llegado el momento, Amalia había mencionado lo del paso definitivo y JC había seguido su camino. Estaba claro quién de los dos estaba listo para dar el adiós.
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