Amalia había olvidado, hasta hace unos días, lo especial que era septiembre en su historia. Los lugares, las fechas y el contexto eran completamente diferentes, y sin embargo, se encontró recordando los sucesos que marcaron su vida a muy temprana edad.
Este año era particularmente especial: tenía 34 años y aquellos acontecimientos habían ocurrido a sus 17.
Así, 17 años después creía haber bloqueado aquellos recuerdos porque no representaban felicidad precisamente. Creía también que el tiempo y su (generalmente) mala memoria, se harían cargo de olvidar todo lo que deseaba dejar en el olvido.
Sin embargo, este septiembre estaba ayudando a rememorar viejos dilemas de su vida y algunos temas que al parecer aún no estaban resueltos. Se explicó a sí misma que algunas cosas no cambian con los años. Aún y cuando sean equivalentes a la mitad de una vida.
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