Amalia reposaba con los pies colgando de aquel sillón en el que alcanzó a recostarse después de un día demasiado largo. Los calambres la invadían desde el cuello hasta las piernas, haciendo que cada movimiento tuviese que ser meditado, so pena de incrementar el dolor físico.
Había pensado y caminado mucho ese día. Tuvo sentimientos encontrados sobre el rumbo de su vida, las cosas que deseaba hacer y las que nunca más quería volver a enfrentar, pese a los aprendizajes que le habían dejado.
Mientras caminaba hacia la ducha, su corazón comenzó a latir con más fuerza. Había algo en lo que había puesto particular atención durante su jornada: algo como un amuleto en los momentos de tristeza, estrés y desesperación tan recurrentes como espontáneos… Y entonces, abrió la ducha para dejar que todo aquello se fuese junto al agua fría que le permitiría dormir mejor.
PD: A petición de mi único lector, que me pidió salvar mi racha de escritura. Te quiero 🫰🏼
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