Esta es la sensación a la que le huía desde el inicio. Esta noción de soledad que no es posible vivir desde un punto de vista razonable.
He notado que poco a poco, esta conversación se va convirtiendo en un monólogo desagradable. Que la distancia ha incrementado y que vos das cuatro pasos hacia atrás cuando yo apenas logro dar uno hacia adelante.
Sí, mis pies y mi consciencia pesan hoy más que nunca. Estoy aprendiendo a aceptar que el muro entre nosotros te hace cada vez menos visible. Que aunque te llame, quizá ya no querrás escuchar tu nombre con mi voz.
Que aunque quiera que todo se mantenga igual, no es posible. Siempre supe que sufrís metamorfosis diarias (igual que yo) y que inevitablemente ibas a florecer lejos de aquí.
Lejos de ser un sueño, es mi inconsciente diciéndome las cosas que no quería escuchar. Y bueno, es juntar el fuego con la gasolina: Las malas nuevas con mis ganas de llorar.
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