octubre 12, 2024

Mar

Hoy he pensado en lo mucho que le temo al mar. Algunos hablan de tenerle respeto, pero yo le temo sobremanera.

Es posible que buena parte de mi miedo radique en no saber nadar y tener consciencia de que en un escenario apocalíptico de inundaciones, no tengo asidero ni remedio… 

Pero no es solo eso: pensaba en lo mucho que me gusta escuchar el choque de las olas entre sí, las aves que rondan buscando peces o carroña y la brisa que se siente aún bajo el sol más inclemente.

Sin embargo, todo esto se acompaña del pánico al sonido del golpe que se escucha contra las piedras y la amenaza que constituye cada que la marea va subiendo sin control aparente. Hay calor, hay incomprensión y demasiada incomodidad. Y mareos (a veces pienso que tengo vértigo).

Aún con ello, el mar y las mareas son necesarias. El movimientos y los vaivenes tienen un sentido siempre para quien los vive de cerca. La clave está en averiguar el sentido.



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