Siempre me gustó mucho desmenuzar informes e interpretar datos. Creo que por eso me dediqué con afán al periodismo económico y por eso también decidí estudiar una maestría en economía.
Creo (sé) que los datos son valiosos. Tienen una riqueza por la interpretación que se les puede dar y los fines para los que podés utilizarlos. Aunque claro, podés hacer algo positivo, pero también algo malvado a partir de esa información.
Lo chivo de ellos es que siempre hay más. Provienen de una fuente inagotable, en varias presentaciones y desde diferentes lugares del mundo. Cuando aún estudiaba, era un poco más difícil tener acceso a ellos, pero hoy basta con una búsqueda sencilla y tenés acceso a mucha información. Quizá demasiada.
No obstante, he aprendido (hoy también lo escuché) que hay que tener criterio y cuestionar los datos. Así como podés tener información de calidad también podés ser víctima de datos malintencionados o malinterpretados.
De ahí que en los últimos días haya pensado mucho en volver a esos orígenes: A revisar páginas y páginas de informes en búsqueda de historias que contar a través de esos datos. Y/o viceversa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario