Esta mañana, más despierta que de costumbre, ingresé a la universidad con la ansiedad de un parcial a pocos minutos.
Mi sorpresa fue encontrar literalmente tapizado el edificio de Idiomas y Filosofía con promoción electoral. Si, el lunes son las elecciones de representantes estudiantiles.
No es nada nuevo, ya lo sabía. Creí presentirlo al ver una gran manta celeste recibiendome cerca del mismo edificio, y luego una muralla de papeles donde se intercalaban los nombres de mis opciones, de esas opciones que me ofrecen cielo y tierra para marcarlos en la papeleta y hacerlos acreedores del poder y de la responsabilidad de representarme de la mejor manera, haciendo proyectos, planteando propuestas para que mi vida de estudiante sea provechosa.
Recuerdo a estos estudiantes en mi mente durante las marchas del Primero de Mayo o el 30 de julio, reclamando y gritando consignas, entre las que destacan la falta de cumplimiento de promesas electorales de parte del gobierno. Los acusan de corruptos, de que hacen política para velar por sus intereses personales... de engañar "al pueblo".
Y al verlos a ellos, no sé porque me provoca colocarles un espejo que refleje no solo su silueta, sino también lo que están haciendo. Y asi se den cuenta que los politicos reconocidos y los padres de la patria no son los únicos descarados que prometen y no cumplen.
Me da risa. Simplemente se me hace risible ver la degenerada manera en que concebimos la política como una lucha de niñas, con jalones de cabello y rayones con la uña larga del dedo indice con la que señalan a su opositor como la peor peste que puede existir.
No, no soy apolitica. Nadie lo es. Pero quisiera ver otro tipo de propuesta, algo propositivo, no destructivo y poco productivo. Quiero ver debates académicos en mi universidad, proyectos ya preparados para lanzarse a aprobación, autoridades conscientes que no necesitamos comunicados de prensa, sino pupitres, buenas instalaciones y apoyo para el desarrollo de nuestras carreras. Que daría porque en periodismo, por fin, los estudiantes pudieran practicar en buenos laboratorios de radio y televisión.
La mediocridad es para quien la quiera. La falta de recursos no debe ser limitante, excusa o lo que sea para comenzar a trabajar por la U, porque algo se puede hacer. Pero pelear en todos lados (hasta en Facebook), tirarse indirectas, lanzarse dardos con veneno y tapizar una universidad con papeles, que ya de por si casi siempre esta sucia, como que no.
"El pueblo", mis amigos que van para esta contienda, no está dormido, están observando. Y creánme que ahí están, si bien no todos pero buena parte sabe lo que alguien hace o no por él, aunque lastimosamente no haga uso de su derecho de mandarlo a freír espárragos cuando usted no está representando al colectivo que le dio su confianza.
Ya para hablar de como mandar a freir espárragos es otra entrada. Aunque les adelanto algo: Ver gente enmascarada, amenazante, que tiran palometas y gritan el "gorilas, hijos de p..." que cantaban en los 80's, me enferma. Ellos no vivieron esa época ( ni yo) y utilizan el término de "la revolución" para sus creencias mal fundamentadas en la violencia, la liberación del más bajo instinto animal y la tarupidez (mezcla de tarado con estúpido).
El lunes votamos. Y yo aún no me decido, porque quisiera tener la certeza de que alguno va a hacer algo antes que me gradúe. Ojalá hoy sí se pueda y no exista la triste necesidad que yo tenga que decir que mis universitarios, mis mal llamados revolucionarios, tampoco han aprendido la lección de la política.
No sé que sea la política, pero yo quiero concebirla como una ciencia basada en buena parte en lo que hacemos, proponemos, y necesitamos. Y que requiere de guías que orienten el camino hacia la construcción de algo más parejo, que entiendan que las tortas de lodo se quedan en la niñez y no para lanzarlas al otro partido para que se quede a medio camino. Quiero creer en una política que dé gusto, y que hasta me haga desequilibrar en mi decisión porque hay demasiadas opciones buenas.
A ver que pasa. Total, por hoy no me siento representada.
Mi sorpresa fue encontrar literalmente tapizado el edificio de Idiomas y Filosofía con promoción electoral. Si, el lunes son las elecciones de representantes estudiantiles.
No es nada nuevo, ya lo sabía. Creí presentirlo al ver una gran manta celeste recibiendome cerca del mismo edificio, y luego una muralla de papeles donde se intercalaban los nombres de mis opciones, de esas opciones que me ofrecen cielo y tierra para marcarlos en la papeleta y hacerlos acreedores del poder y de la responsabilidad de representarme de la mejor manera, haciendo proyectos, planteando propuestas para que mi vida de estudiante sea provechosa.
Recuerdo a estos estudiantes en mi mente durante las marchas del Primero de Mayo o el 30 de julio, reclamando y gritando consignas, entre las que destacan la falta de cumplimiento de promesas electorales de parte del gobierno. Los acusan de corruptos, de que hacen política para velar por sus intereses personales... de engañar "al pueblo".
Y al verlos a ellos, no sé porque me provoca colocarles un espejo que refleje no solo su silueta, sino también lo que están haciendo. Y asi se den cuenta que los politicos reconocidos y los padres de la patria no son los únicos descarados que prometen y no cumplen.
Me da risa. Simplemente se me hace risible ver la degenerada manera en que concebimos la política como una lucha de niñas, con jalones de cabello y rayones con la uña larga del dedo indice con la que señalan a su opositor como la peor peste que puede existir.
No, no soy apolitica. Nadie lo es. Pero quisiera ver otro tipo de propuesta, algo propositivo, no destructivo y poco productivo. Quiero ver debates académicos en mi universidad, proyectos ya preparados para lanzarse a aprobación, autoridades conscientes que no necesitamos comunicados de prensa, sino pupitres, buenas instalaciones y apoyo para el desarrollo de nuestras carreras. Que daría porque en periodismo, por fin, los estudiantes pudieran practicar en buenos laboratorios de radio y televisión.
La mediocridad es para quien la quiera. La falta de recursos no debe ser limitante, excusa o lo que sea para comenzar a trabajar por la U, porque algo se puede hacer. Pero pelear en todos lados (hasta en Facebook), tirarse indirectas, lanzarse dardos con veneno y tapizar una universidad con papeles, que ya de por si casi siempre esta sucia, como que no.
"El pueblo", mis amigos que van para esta contienda, no está dormido, están observando. Y creánme que ahí están, si bien no todos pero buena parte sabe lo que alguien hace o no por él, aunque lastimosamente no haga uso de su derecho de mandarlo a freír espárragos cuando usted no está representando al colectivo que le dio su confianza.
Ya para hablar de como mandar a freir espárragos es otra entrada. Aunque les adelanto algo: Ver gente enmascarada, amenazante, que tiran palometas y gritan el "gorilas, hijos de p..." que cantaban en los 80's, me enferma. Ellos no vivieron esa época ( ni yo) y utilizan el término de "la revolución" para sus creencias mal fundamentadas en la violencia, la liberación del más bajo instinto animal y la tarupidez (mezcla de tarado con estúpido).
El lunes votamos. Y yo aún no me decido, porque quisiera tener la certeza de que alguno va a hacer algo antes que me gradúe. Ojalá hoy sí se pueda y no exista la triste necesidad que yo tenga que decir que mis universitarios, mis mal llamados revolucionarios, tampoco han aprendido la lección de la política.
No sé que sea la política, pero yo quiero concebirla como una ciencia basada en buena parte en lo que hacemos, proponemos, y necesitamos. Y que requiere de guías que orienten el camino hacia la construcción de algo más parejo, que entiendan que las tortas de lodo se quedan en la niñez y no para lanzarlas al otro partido para que se quede a medio camino. Quiero creer en una política que dé gusto, y que hasta me haga desequilibrar en mi decisión porque hay demasiadas opciones buenas.
A ver que pasa. Total, por hoy no me siento representada.
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