diciembre 20, 2009

Semana Pre- Nochebuena!! Día 3: Un cuento navideño

Para entrar en el calorcito de la época con "toque salvadoreño"... Dejando un tanto de lado a los clásicos internacionales, presento un relato, cuento (como prefieran decirle) relacionado a la época. Algunos aspectos a tomar en cuenta para poder leerlo:

1. El relato es de mi autoría, pero fue creado hace mas de 7 años (para el q sepa mi edad =) haga la cuenta)
2. Lo tenia por ahi guardado, y por fin saldrá a la luz
3. No tiene objetivo mas que recordar algunas tradiciones... Si se siente identificado y contento al recordarlo, que bueno!

NAVIDAD

"María, andá ve el pollo que se te va a quemar. Ya soltá el teléfono"

La voz anterior era de don Chepe, el abuelito cascarrabias de María, quien siempre en la época de Navidad, se convertía en un auténtico Grinch, pues odiaba al extremo el ambiente navideño que se reflejaba en las calles del pueblo.

"Estos babosos solo inventando carajadas, en mi tiempo era otra cosa"- repetia constantemente, y acusaba a todos de irrumpir con la paz y la tranquilidad de los demás. Aquel 24 de diciembre, Don Chepe gritaba a diestra y siniestra a los niños que tiraban silbadores y reventaban morteritos.

Según el anciano, la Navidad ya no se disfrutaba en familia, se había vuelto algo pagano, no se iba a Misa de Gallo como acostumbraba hacer su abuelita Ana. Para él, la Navidad era colocar el nacimiento, poner al niño Dios a las 12, encerrarse en las casas, comer, y si había pistio, comprar regalitos.

De repente, se asomó a su puerta un pequeño niño, sucio y con la cara triste, pidiendo comida, y Don Chepe, movido a compasión, le regaló una pieza de pollo en salsa, ensalada rusa, además de un vaso de Pepsi. Viendo el rostro de gratitud del pequeño, surgió en él una idea: ¿Porque no repartir comida entre los vagabundos y olvidados del pequeño lugar? Se colocó su suetér y junto a María, salió a las calles.

Aunque al principio, todos le veían con cara de incredulidad, se fue ganando la confianza de conocidos o no, vagabundos y vecinos, que se acercaban a apreciar con sus propios ojos, lo que consideraban un "auténtico milagro navideño". Al terminar su labor, invitó a todos a compartir un rato mientras cantaban algunos villancicos y bebían chocolate caliente con semita.

Al leer en aquellos rostros la alegría de sentirse queridos, Don Chepe entendió que la Navidad no estaba solamente en las figuras de cera del nacimiento, que no estaba solamente en leer el Evangelio, sino también ponerlo en práctica al ver a Jesús en los demás. Sintió un calor y una paz inmensas, y mientras cantaba los villancicos, allí en la calle, en medio de los cohetes, las guirnaldas y el chocolate, una lágrima se deslizó por su mejilla. Mientras, en el cielo, la Estrella de Belén brillaba con más resplandor que nunca, pues en un corazón más, había nacido Papa Chus.


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