abril 08, 2014

Antesala y un trisílabo (doble entrada)

Buenas... Por ser una fecha especial, voy a postear doble (en realidad, el segundo tema ya lo tenía desarrollado y hay que aprovechar)

En primer lugar, quiero hablarles de las antesalas. Yo no soy amiga de ellas.

Hoy fue uno de esos días. Es quizá porque soy su enemiga, que las antesalas se me complican un poco, surgen eventos inesperados, situaciones apremiantes que requieren de ingenio, de empeño, de imaginación para superarlas y aunque sea rascando, salir adelante. Dicen mis conocidos que es cuestión de voluntad.

Quizá no me gustan los antesalas, ni los días "pre", ni el día antes, porque sé que todo acabará al día siguiente. Porque las situaciones felices de las 24 horas siguientes parece que no serán suficientes, y porque debe uno esperarse otros meses, años o décadas para que vuelvan a suceder.

Pero este año, quizá sea la excepción.

Ciertamente la antesala a los 24 ha sido complicada a su manera. Complicada, pero realmente educativa en el oficio del periodismo y en la vida misma. Y siento que las alegrías de las próximas 24 horas serán duraderas porque precisamente, he aprendido en este año, el valor del tiempo, de una amistad sincera, del cariño a veces tosco pero real, de aquellas personas a las que inexplicablemente, les abrís un espacio en tu corazón y se vuelven habitantes permanentes.

He aprendido que las cosas que valen las tengo permanentemente y que me veo chula sonriendo (modestia aparte, jaja). Y que Dios me ha dado tanto, que no se puede estar más que agradecida, incluso, por las antesalas.

Pero, en esta oportunidad, hay un segundo punto.

Lo siguiente ya lo tenía escrito desde hace muchos días, pero hasta hoy verá la luz. Es solo algo que debía ser escrito. Ahí les dejo:


Tengo un trisílabo atorado en el pecho (y lo peor es que él no sabe que lo está)
se metió por alguno de esos huecos que dejé descuidadamente cuando olvidaba
y se escondió, temeroso de que lo expulsara.

Poco a poco, llenó de luz el espacio
y fue diciéndome el corazón que ya no había más lugar
y que debía empezar a sacar lo innecesario (obviamente él no se fue, se quedó. Y parece que no quiere salir)

Hoy obstruye los pasos fronterizos entre mi ser y el aire
y genera suspiros continuos
y no sabe que su presencia lo invade todo, y que estoy feliz de que así sea.

Tengo un trisílabo atorado en mi mente
lo atesoró entre mis manos, lo llamo entre mis silencios
esperando que en un segundo, escuche
y siga sonriendo como siempre
y encienda con las letras de su nombre, un nuevo comienzo.

¡Saludos! ¡Qué rico volver a escribir en este espacio!

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