enero 28, 2010

Algo de enero... pero saliendome de la trinchera..















Ancianito residente del Asilo Sara Zaldívar. Se calcula que su población pasa los 170 abuelitos.


Es de todos conocido que enero, aparte del primer mes del año (ohhh XD) es el mes del Adulto Mayor.

Quienes me conocen, saben que me requete encantan los bebés y los abuelitos. Me causan una cierta ternura que casi nadie (y subrayo el "casi nadie") más me transmite. Este mes, pone a reflexionar a más de uno sobre estos seres tan especiales y necesarios para nosotros, aunque debería ser una reflexión de cada día... Incluso mas que una reflexión, tomar acciones desde nuestras trincheras ante lo que nuestros ojos observan...

a) A los cientos de ancianos indigentes cuyos hogares, son las aceras, sin alimento asegurado ni pension. Y lo que es peor, teniendo una familia y una descendencia que por uno u otro motivo INJUSTIFICABLE les han dejado en ese estado.

b) Los ancianos en hospitales y asilos. Lo digo porque lo vi: El trato en esos lugares, aunque mejor que en las calles, no puede cubrir las carencias en el corazón de un abuelito/a. Y no le estoy echando la culpa a quienes los atienden, conste. Muchas de estas personas, enfermeras y medicos, tienen una vocación que admiro y respeto; sin embargo, un abrazo o una charla son (en algunos casos) un remedio efectivo e invaluable contra la soledad y la tristeza.

c) Los abuelitos utilizados. Si, aun hay mentes enfermas que se aprovechan de la pérdida de senectud del ancianito para usarlos de escudo, de chantaje o como fuente de ingresos, explotando la sensibilidad de otros.

Y podria continuar en una larga lista de etcéteras...

Si usted tiene un abuelito/a en casa, lo invito a que se siente unos minutos y platique con el o ella. Al igual que a nosotros nos gusta sentirnos útiles e importantes para alguien (aja, no lo neguemos), para un anciano, una conversación, los recuerdos, el aprendizaje, las habilidades y en general, todo lo vivido son los tesoros que desean heredarnos, para que quede una constancia de su presencia y trascendencia en sus descendientes.

Luego continuo, porque tambien hay espacio para el otro lado de la tortilla... Saludos y gracias por su visita!!!

PD: Esa visita al Sara Zaldívar me dejó impactada, créanme... Si pueden darse una vuelta, háganlo.

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