Involución, con vos siempre lo es, porque nunca pasás de ser lo que sos y no lo que quisieras ser
o al menos lo que yo quisiera que fueras.
Siempre mirando hacia afuera y no hacia el frente,
parece que el brillo de mi mirada cuando te veo, te molesta.
Yo sigo viendo, pero solo percibo tu espalda,
porque como siempre, ya te diste la vuelta y decidiste rendirte sin intentar decirme, que la mentira, no era mentira sino verdad escondida.
Detesto tu resolución en negativa, tu necedad, tu impotencia, tu descaro
detesto que el helio te haya llenado la cabeza y la boca
para hablarme en pequeñito
para decirme las cosas, necesariamente al oído
y que cuando se te agotó, diste marcha atrás, como si así se borraran las huellas en mi piel.
Pero entiendo, lo que vos no entendés en tu retorcido mundo
y que ahora, pasés por encima de la leche derramada, una y otra y otra vez...
Y que te pasés la vida, justificando lo que no tiene razón
y que hayas falsificado un intento de intercambio emocional
fingiendo cada sonrisa, fabricando cada palabra.
Gracias, porque me enseñás que sos igual a los demás
uno del patrón chueco, de los defectos de fábrica que andan por la vida
pero que Dios pone en el camino, para aprender a reconocer que entre la gente
muy pocos saben querer.
Y vos, no sos uno de ellos
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