(Crónica realizada el 23 de junio de 2010, para la cátedra de Redacción Períodistica para Medio Impreso)
Es viernes por la mañana y me dirijo hacia la universidad; al salir de casa, extrañamente, hay algunos policías patrullando esta calle que es conocida como una de las sedes principales de venta de droga en San Marcos. Al llegar a la parada de buses, es evidente la cantidad de jóvenes que, como yo, se dirigen al centro de estudios, por lo que concluyo que de nuevo, la ruta 11 se llenará de pasajeros.
Al abordar, una amable mujer de complexión delgada, ojos color café y cabello negro se ofrece a llevarme la cartera aprovechando que ella consiguió uno de los últimos asientos disponibles; después de pedirle su autorización para una pequeña entrevista, accede con una leve sonrisa en su rostro.
Su nombre es Claudia Domínguez, una profesora que vive en la zona céntrica de San Marcos desde hace 30 años y que fue víctima de asalto en este municipio hace una década, “yo venía del súper y unas cinco casas antes de donde vivo un joven se me puso enfrente y me amenazó con una cuchilla para no moverme si no me quería morir... Me metió a un callejón oscuro y me ordenó bajarme el pantalón”, contó. A pesar del tiempo, dice recordarlo muy bien.
Días antes, tuve la oportunidad de entrevistar a uno de los agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) de la Subdelegación San Marcos, ubicada muy cerca de dónde Claudia sufriera este ataque. Pedro Alfredo Tejada, el uniformado de piel morena que me atiende, habla de las estadísticas que se manejan de este delito cometido a diario, “principalmente para quitarle los celulares a la gente”, mencionó.
Es precisamente uno de estos dispositivos móviles el que acompaña a don Juan Rodríguez, un carpintero de 54 años que vive en la colonia Valle de San Marcos desde hace dos décadas y que cada día viaja hacia el taller donde labora. En su opinión, “si uno anda pensando en los mañosos, es que ellos lo andan siguiendo… Sí se confía en Dios, se está siempre protegido”, aseguró este hombre quien considera al municipio como un lugar bastante seguro para habitar.
Las estadísticas presentadas por el agente Tejada le dan buena parte de razón, pues a comparación del año anterior se han registrado 4 asaltos menos, sumando 28 casos “oficiales” de dicho delito en este semestre; sin embargo, el policía aclara que en estos censos solo cuentan las denuncias formales, que por lo general “solo presentan conductores de camiones repartidores por obligación de las empresas para las que trabajan”, afirmó.
“La mayoría aún tiene miedo a denunciar, no se ha podido erradicar esa cultura del temor… Sobre la cantidad de asaltos reales que hay en San Marcos, no tenemos estadísticas” dijo. Ésto, precisamente por la falta de acusaciones en casos como el de Claudia, quién se justifica diciendo que “si la gente denuncia, hay policías que conocen a pandilleros o asaltantes y uno puede salir peor”, expresó.
Su relato es interrumpido por su vecina de asiento, doña María Morales, quién al escuchar las preguntas que le formulo a Claudia, compartió también su experiencia de asalto, ocurrida en uno de los puntos estratégicos de la subdelegación policial para combatir esta problemática, el área de la Terminal del Sur o zona franca, como es conocida por la mayoría de habitantes.
“Fue hace seis años a la salida de un banco, venía de recoger mi pensión y la de mi esposo, y en la forma que le dicen el paquetazo, un hombre botó un fajo de billetes casi a la salida del banco… Una mujer lo recogió y me esperó a la salida del banco, invitándome a ir a otro lugar para repartirnos el dinero, pero recordé que a un familiar ya le habían querido robar así. Me metí a un súper que quedaba cerca para esperar a que se fueran” relató la señora Morales.
Para este momento a la mitad de mi trayecto, Morales se levanta de su asiento y concluye diciendo que “aunque San Marcos es un lugar peligroso donde pandilleros y ladrones hacen de las suyas, la situación ha mejorado un poco, pero es peligroso interponer acusaciones porque no se sabe si toda la gente –policías- son honrados”.
Al sentarme junto a Claudia, la mujer que sufrió el ataque cercano a la delegación policial, me cuenta que las zonas más peligrosas del municipio como la 10 de Octubre, San Rafael y la Autopista son escenarios comunes de asaltos callejeros por la existencia de terrenos solitarios, dice con un gesto de preocupación esta madre de tres niños.
De igual manera, el agente Tejada cree que la responsabilidad de estos acontecimientos es compartida, pues se necesita más coordinación con el Cuerpo de Agentes Municipales (CAM) y el sistema judicial para generar confianza en la población y fomentar la cultura de la denuncia de asaltos que se cometen por pandilleros o delincuentes comunes.
Claudia observa el trabajo policial para prevenir este tipo de eventos y aunque no lo defiende, considera el problema de los asaltos como algo complejo, cuya responsabilidad está más allá de las policías municipales; que “tiene bases sociales y que debería de comenzar a atacarse evitando tantas personas desempleadas o con hogares desintegrados lo cual desemboca en que muchos se dediquen a robar” concluyó.
Me despido de Claudia deseándole suerte para enfrentarse con la realidad que, como ella, viven a diario miles de salvadoreños en los buses y las calles; la observó fijamente, y al bajar, su silueta se confunde con los demás transeúntes. Muchos de ellos probablemente, serán victimas de asalto este viernes; algunos, podrían ser habitantes de San Marcos, como yo.
Barbara despolvando los archivos de la U
ResponderEliminarInteresante trabajo.
ResponderEliminarTe felicito.
Recuerda, eres parte de los 4 "fantásticos".