La noche más larga de mi vida inició hace tres semanas, pues como bien dicen, la vida es de bienvenidas y despedidas. Quizá sea una frase cliché que hasta la madrugada de esa noche logré entender mejor.
Esa madrugada, cuando abrí mis ojos en medio de la confusión, no sabía que ya te habías ido. Ese día me despedí en silencio de la persona que me consideraba como la mejor periodista del mundo, del músico que muchos admiraban y que pude disfrutar en mis 15 años y en las tardes de fines de semana, cuando te sentabas en tu cuarto con tu violonchelo a dar conciertos gratuitos a los peatones (sin dejar por supuesto de saludarles a los gritos con una sonrisa).
Buena parte de quien soy te la debo. Hace poco le dije a alguien que si algo bueno heredé de vos, es la persistencia (que a veces se me vuelve necedad), pero que me ha permitido no rendirme ante los problemas. Heredé tu amor por la música, pese a que nunca superé la primera de tus clases de solfa para tocar el violonchelo.
Pero al mismo tiempo, siento que di la bienvenida a tus mejores recuerdos. A tus consejos de no reír demasiado con "los cheros" no llamar la atención, a las veces en que quemamos estrellas o nos sentamos a ver a la gente pasar afuera de la casa. A tus canciones espontáneas para mamá Esperanza y tus chistes. Le di la bienvenida a una nueva etapa de la vida en la que te extraño, pero te imagino en un lugar mejor, sin dolores de plumas ni medicinas ni bastones, ni restricciones para tu café con pan de las 10 pm, ni para salir sin la preocupación de que la casa quede sola.
Mi abuelo, en el 90 aniversario de la Orquesta Sinfónica de El Salvador, de la que formó parte por varios años hasta jubilarse. Ese día recibió un reconocimiento, se tomó cientos de fotos y recordó viejos tiempos con muchos de sus ex compañeros.
Esta casa tiene y tendrá siempre tu corazón. Y aunque ya no estés físicamente, sé que vas a leer esto, como cuando leías y mostraba a otros, orgulloso, mis primeras notas en el periódico. Sé que vas a sonreír porque se habla de ti, porque sos uno de esos seres que dejan estela, como los compositores clásicos que tanto amabas. Y también sé que siempre, cuando te recuerde, recordaré que me dejaste un hermoso regalo. Vos y yo sabemos cuál es.
Sin duda un texto que nace de tu corazón. Sin duda fue un gran guía en tu vida, pues eres una mujer de bien. Tuve el honor de conocerlo y guardo un buen recuerdo de él. Aunque físicamente ya no esté, el siempre te acompaña porque sigue vivo en tu corazón. Te quiero amiga, sé que ha sido difícil, pero eres fuerte y lo estás demostrando.
ResponderEliminarTe quiero, amigo. Gracias porque sos del grupo de los leales, de mi grupo exclusivo de amigos que son familia.
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