julio 23, 2011

El estrés del sistema educativo (Parte 1)

Buen día, mis queridos lectores. Esta entrada la venía pensando desde hace mucho tiempo y por fin, encontré ese punto de inflexión en mí que me permitió animarme a compartirles esta historia.

Permitame añadirle algunos datos antes de iniciar el post. Es algo así como una regresión necesaria para que me ubique a pensar como lo he hecho todo el tiempo sobre algo tan complejo como el sistema educativo y las facetas que uno conoce:

1) Mi recuerdo más lejano se remonta a los dos años, cuando me vistieron de gala. Mi mami se graduaba del profesorado, y algunos años después, de Licenciada en Idioma Inglés. Hoy por hoy es una educadora del sistema público, en uno de esos poblados que conservan mucha tradición, mezclada con la actual fragilidad de la tranquilidad colectiva, en cuanto a violencia se refiere. Mi abuela también fue profesora, una normalista que vivió quizá una mejor época que el presente.

2) Estudié toda la educación básica en una escuela parroquial, enseñanza muy útil, buenos profesores y estricto cuidado (más o menos, digamos); el bachillerato en un colegio manejado por religiosas franciscanas (no, jamás me dieron con el lazo de San Francisco), muy buen recuerdo y también buena educación y estricta disciplina. Finalmente, estoy a prueba en la mal querida muchas veces, Universidad de El Salvador (con mucho orgullo, por cierto).

3) En lo que a educación recibida respecta, por lo general me considero afortunada, no tuve mayores inconvenientes con profesores, ni con mis compañeros. Jugábamos y pensábamos que la escuela era de lo mejor... me atrevo a decir que no quería salir de ella, a excepción de las temporadas de evaluación.

Ahora bien, se preguntará qué tiene todo ésto que ver con el título de la entrada. Fácil, no es para la mayoría de personas, ajena la situación que vive nuestro país, y por lo mismo, nuestro sistema educativo en todo sentido.

No pienso lanzar adivinaciones para descubrir el pecado original del mismo. Mucho menos plantearle algo de lo que no sé. Le hablo desde mi experiencia y la de mi familia, obviamente tan cercana a mí. De sus desahogos a veces cotidianos, de las historias segmentadas que hemos apreciado desde el lente del "afortunado espectador" que no ha vivido en carne propia, los verdaderos alcances de la situación.

Más allá de los esfuerzos que los medios han tenido a bien presentarle, y de los informes tan elaborados de la administración pública, están todos estos niños a quienes he escuchado mencionar en mi casa, en distintas situaciones e historias a cual más sorprendente para mí, que siento respirar en una burbuja de recuerdos bonitos de mi época como escolar.

En la próxima entrada, hablaré de esto, a lo que no le encuentro más nombre que estrés. Problema generalizado en nuestra sociedad acelerada por mil y un motivos y detonante de tanta irracionalidad a la máxima expresión. La pérdida de algo tan importante como la consciencia y el sentimiento de empatía que tanto cuesta y que tanto facilitaría cuestiones tan "sencillas" como el tráfico vehicular (véanse las comillas por favor).

Y sabe, creo que el estrés colectivo es tremendo. Le dejo planteada una pregunta, ¿Qué detona a qué? ¿¿El miedo, la incertidumbre y la acumulación de experiencias negativas al estrés, o viceversa??

Saludos y gracias por su visita =)

1 comentario:

  1. sabes yo se que sto es serio pero lo que me espina que en un futuro vas a ser maestra huuu eso pienso pues el estre es metal si te sentis mal tu cuerpo se siente mal pero darse cuenta que eso pasa huu cuesta pero esta interesante tu punto de vista púes otra una de la pregunta es la acumulacion de experiencias negativas pues eso influye mucho en tu mente y tu cuerpo

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